Un nuevo viernes y un nuevo juego
de rol. Hoy vamos a volver a hablar de un juego de ambientación oscura, aunque
no me atrevo a ponerlo en el género del terror. Les invito a que conozcan el
juego francés de 1989 “In Nomine Satanis/Magna Veritas”.
Este juego, que llegó a ser bastante
popular en su momento, trata sobre la guerra entre el bien y el mal, encarnado
por ángeles y demonios. La historia tiene varias coincidencias con la mitología
judeocristiana, hablándonos de una batalla entre las fuerzas de Dios,
representadas por los ángeles; mientras que en el bando contrario tenemos a Lucifer
y los demonios. No obstante, también hay ciertos matices, como la existencia de
dioses paganos (vikingos en especial) y el de otras criaturas sobrenaturales. El
asunto es que después de la venida de Jesucristo (quien no era otra casa que un
ángel de alto rango), se pusieron normas para las partes en lucha debían
respetar y que no podían ser violadas, las que prohibían la intervención
directa de cualquiera de los dos bandos en la Tierra. En sentido práctico, esto
quiere decir que ni ángeles o demonios pueden pelear como tal en la Tierra, debiéndose
encarnar en humanos para poder estar en este plano del universo. En ambos casos
la encarnación es diferente, pues los ángeles sólo pueden entrar en los cuerpos
de quienes se ofrecen voluntariamente para ello, mientras que los demonios
hacen lo mismo con los cuerpos de los recién fallecidos.
Cuando nos decidimos a jugar, el
grupo debe elegir si lo harán con una historia de demonios o de ángeles, no
existiendo posibilidades de mezcla, porque la guerra entre ambos bandos es
total. A esto viene también el nombre del juego, que la verdad son dos en uno; “In
Nomine Satanis” para los demonios y “Magna Veritas” para ángeles.
La creación de personajes no
representa nada nuevo. Se trata de que del típico proceso de asignar
puntuaciones a unas características básicas, talentos y poderes especiales y
sobrenaturales. Para cada uno de los tipos de personaje hay particularidades, existiendo también información para crear personajes no
jugadores de varias clases diferentes, yendo desde detectives, soldados, zombis
y familiares demoniacos.
Lo más llamativo de todo es el
sistema de juego, el cual llama la atención en lo que plantea. Se hacen tiradas
con tres dados de 6 caras para decidir el éxito de una acción. Primero se
decide la dificultad de la tirada, dependiendo de la puntuación y de un nivel
de dificultad dado en una tabla. Con estos dos valores vamos a otra tabla que
nos da un valor entre 66 y 11. El jugador tira sus 3 dados, correspondiendo uno
a la centena, el segundo a la decena y el tercero a la unidad. Los resultados
de la centena y decena se comparan con la dificultad; si son menores o igual
que ésta, el personaje tiene éxito. En cuanto al resultado de la unidad, esto
decide que tan bueno es el éxito o malo el fracaso. Por ejemplo, un personaje
debe escapar de otro, por lo que se recurre a la tabla y da una dificultad de
34. El personaje al lanzar saca un 241, por lo que tendríamos 24, que es menor
que 34, por lo cual realiza la acción. En cuanto al 1, se puede interpretar
como que solo ha sacado 1 metro se ventaja por sobre su perseguidor, así que
todavía no está del todo a salvo.
También existe el caso de los críticos.
Si los tres dados dan 666 (el número de la bestia) el diablo ha metido la cola
y le otorga un éxito critico a los personajes demonio y un fracaso estrepitoso
a los ángeles. Al revés, si sale un 111, es Dios el que interviene y a sus
chicos les va bien y los malos sufren.
Los personajes con poderes míticos
tienen un ítem conocido como puntos de poder y son gastados para presentar
estas habilidades especiales. Estos poderes se adquieren durante la creación de
personaje haciendo tiradas y comparando el resultado con lo que aparece en una
tabla, por lo cual son totalmente aleatorios los poderes que cada uno posee.
Ahora, la primera vez que oí
hablar de este juego, fue como algo realmente radical y dicho a susurros entre
algunos. En los años en que el antiguo Mundo de Tinieblas señoreaba como el
juego de terror gótico, este juego se mostraba como una alternativa que iba
mucho más allá, pues aún no aparecía “Demonio: La Caída”. De hecho, conocí
casos que se tomaban muy a pecho eso de jugar un juego “Satánico”, olvidando que
la otra mitad de él que se trataba de ángeles. No obstante, cuando pude tener
acceso a este juego, mi desilusión fue tremenda.
En primer lugar, el trasfondo en
que se basa el juego es bastante pobre, tomando algunas cosas de la Biblia,
algunas de conocimiento general y otras inventadas por parte de los creadores
del juego. En vez de buscar en el origen de las leyendas de los ángeles y demonios,
en los antiguos mitos mesopotámicos, en la cábala y el talmud, optan por
inventar casi todo; lo cual no sería malo, si lo hubieran hecho bien. Por el
contrario, el contexto que nos muestran es pueril, con una concepción maniquea
ramplona.
Lo otro es el sistema, el cual he
explicado de manera simplificada, pero que cuesta entender cuando lo lees. Eso de
recurrir a una tabla para determinar la dificultad de las tiradas ocurre casi
en todos los juegos, pero no de una forma tan compleja como esta. Por lo
general se trata de una ayuda memoria que se aprende rápido, pero que en el
caso de “In Nomine Satanis” es excesivamente complejo. Ni siquiera por usar
dados de 6 caras las cosas se simplifican.
Ahora, la primera edición del
juego, la cual fue la que se tradujo al castellano, es fea, con un arte poco
llamativo o de mala factura. Sin embargo, esto es común a varios juegos de la
época, donde la gráfica debía ser sacrificada para poder reducir los costos de impresión,
ya que muchas editoriales no pasaban de un grupo de amigos que había tenido una
buena idea. En cuanto a las ediciones posteriores, tuvo acceso a la cuarta
edición de 2003 en francés que había mejorado mucho en cuanto a la apariencia.
Quizá sencillamente por tener la
palabra “Satanis” en su título, en muchos países el juego fue marcado por la
censura y causó controversia, como es el caso de Polonia, donde apenas estuvo
un tiempo en los escaparates y luego fue sacado de ellos. Por su lado, en otros
países se optó por sacar el “Satanis” de las tapas de sus ediciones y evitarse
problemas. Al final, todo esto era una exageración, pero para entonces ya los
grupos conservadores habían empezado a acusar a los juegos de rol como
promotores del satanismo, así que por lo menos son justificables estas
prevenciones.
Ahora, buscando más información
acerca del juego, me encontré con que fue considerado una parodia, lo cual me
sorprendió aún más. Veamos, una sátira recurre al humor para criticar u homenajear
algo, pero acá esto no aparece por ningún lado. Hay juegos que son muy buenas
parodias, como “Fanpiro” o “Fanhunter”, pero “In Nomine Satanis” no pertenece a
este grupo.
La verdad es que para mí, “In
Nomine Satanis” ofrece mucho y cumple poco. No es un juego de terror satánico,
ni una sátira o algo así. Si se lo compara con “Demonio: La Caída” o “Engel”, juegos
que tiene como protagonistas a ángeles y demonios, son infinitamente superiores
a “In Nomine Satanis”, que se ha ganado un cierto renombre de juego prohibido y
extremo de forma totalmente injustificada. Ahora, debo reconocer que la
experiencia de jugar un juego satisfactoriamente depende en un 50% del mismo y
el otro 50% del máster y los jugadores; pero creo que por primera vez no voy a
recomendar este juego para que el lector lo pruebe.
Si de todas maneras quieres saber
más, pincha el link de abajo.
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