El cristianismo que se impuso en
casi la totalidad de la cuenca del Mediterráneo a finales del siglo V D.C. no
fue muy amigable con las supersticiones de las antiguas religiones a las que
reemplazó, en especial con la magia, a la cual declaró una práctica satánica y
la persiguió con saña. No obstante, en los márgenes de la cristiandad, los
magos, brujas y chamanes continuaron proliferando, coexistiendo de manera
bastante incómoda con los seguidores de Jesús durante el Medievo.
Provenientes de la antigüedad celta,
hubo una casta sacerdotal que tuvo gran influencia sobre casi todo el occidente
europeo. Me refiero a los druidas, los cuales han dejado testimonios de su
existencia tan relevantes como los relatos de la conquista romana de Galia
redactados por el mismo Julio Cesar. Estos sacerdotes también eran magos, y a
ellos debemos tradiciones modernas como el uso del muérdago en navidad o la
fiesta de Halloween. No obstante, la romanización del mundo celta fue
desplazando más a los druidas, los cuales sobrevivieron hasta el principio del
Medievo principalmente en las islas Británicas.
Después, cuando el cristianismo arribó
a esos pueblos, se dio una extraña mezcolanza entre las tradiciones de los
celtas y las creencias de los recién llegados. De esta unión nace el arquetipo
del mago que sigue influenciando nuestra imaginación hasta la actualidad; me refiero
a Merlín. Originariamente llamado Myrddin, se supone que es la fusión de varios
personajes legendarios que vivieron luego de que los romanos dejaran la isla de
Britania a su suerte. Según las fuentes originales, Merlín fue un mago, bardo y
ermitaño que vagaba por toda la isla. Luego, hacia el siglo XII, el escritor e
historiador galés Geoffrey de Monmouth transforma a este personaje en el mago
mentor y consejero del mítico rey Arturo, agregando detalles a su biografía.
Merlín fue hijo de una princesa galesa y del demonio Asmodeo, quien buscaba engendrar
un mago capaz de detener el crecimiento de la religión de Cristo. No obstante,
el chico fue consagrado a Dios, lo cual le alejó más o menos del influjo maligno
de su sangre paterna. Al final el mago fue el que orquesta toda la leyenda de
Arturo, desde su nacimiento hasta su muerte.
Pero Merlín también tiene su contraparte
en las leyendas artúricas, quien hace un cruce entre las brujas y los seres
feéricos. Mogan le Fay, o el hada Morgana, es la medio hermana de Arturo, pues
comparten la misma madre, Igraine, mientras que su padre era el duque Gorlois
de Cornualles. Cuando llegó a la adultez, Morgana buscó venganza por la muerte
de su padre ante el de Arturo, el rey Uther Pendragon. No obstante, a pesar que
muchos tratan de mostrarla como malvada, Morgana es un personaje mucho más
complejo y mercurial, lo cual se condice con su condición de hada. Ahora bien,
la hermosa hechicera de pelo negro y piel blanca está basada en las caprichosas
diosas de la mitología celta, como Arianrhod y Morrigan.
Por su lado, la otra gran cultura
importante en el norte de Europa es la de los vikingos, quienes tenían diferentes
oráculos y sacerdotes, algunos especializados en la lectura de runas, un
sistema oracular basado en la interpretación de los signos del alfabeto nórdico
(futhark) grabados en fichas de piedra madera. La leyenda por su lado nos
cuenta que el primero en conocer los secretos de las runas fue Odín, quien
entre las muchas funciones con que contaba era también el mago de los dioses,
recorriendo los caminos del norte como un misterioso vagabundo con un sombrero
de ala ancha y acompañado por dos cuervos.
En tanto, en la mitología rusa
tenemos una encarnación de la bruja que luego influenció fuertemente la visión de cómo son las mujeres
dedicadas a la magia. Baba Yaga es un personaje muy arraigado en el folklore
ruso, siendo una bruja vieja y arrugada con placer por comer carne humana. Baba
Yaga vive en medio de los fríos bosques de Rusia, en una cabaña con patas de
gallina que podía correr a gran velocidad. Es común en las historias rusas el enfrentamiento
de los héroes o heroínas con esta bruja, quien volaba por los aires montada en
un mortero.
Ahora, ya desde la antigüedad tenemos
una disciplina mágica que acercó a la magia y la ciencia. El estudio de la
alquimia se extendió por la mayoría de las civilizaciones del mundo, habiendo
tratados acerca de este tema escritos en China, India, Persia, Irán, el Imperio
Árabe y la Europa Medieval. El principal fin de esta pseudo-ciencia fue
encontrar la Piedra Filosofal, una sustancia capaz de transformar cualquier
metal en oro, así como también un elixir que confería la vida eterna. Si bien
la alquimia nunca consiguió sus objetivos, fue el germen que permitió en
nacimiento de la química moderna. Además, muchos sabios medievales y otros
modernos estudiaron alquimia, entre los que tenemos al franciscano inglés Roger
Bacon, el padre de la farmacéutica Paracelso y el creador del cálculo infinitesimal
y físico Isaac Newton.
Ahora, a pesar de que la iglesia
tenía animadversión por la magia o cualquier cosa que se le pareciera, muchos clérigos
no tuvieron empacho en usarla, en especial aquellos con más hambre intelectual.
No obstante, quizá el caso más llamativo es el del clérigo francés Gilbert D’Aurillac,
quien sería el Papa 139° de la Iglesia Católica entre los años 999 y 1003,
conocido bajo el nombre de Silvestre II. Este sucesor de Pedro ha pasado a la
historia como el Papa que pactó con el Diablo, siendo un hombre sumamente
sabio, quien de niño fue educado en las tradiciones de los druidas. Luego, ya
como un prometedor clérigo, pactó con Satán, quien le entregó como consorte a una
súcubo, la cual se enamoró en verdad de él y decidió volverse mortal para
acompañarlo hasta el final de sus días. Fuera de toda leyenda, podemos decir
que a Silvestre II le interesaron las ciencias y las artes místicas, como la
alquimia y la astrología, siendo un Papa con una mente privilegiada.
También en el Medievo, entre las
poblaciones judías de España y el sur de Francia nace otra corriente esotérica relacionada
con la magia: La Cábala. Basada en una lectura esotérica de las escritoras, la
cábala es una búsqueda de iluminación por parte de quienes siguen su filosofía.
Esta doctrina se basa en una intrincada simbología que intenta entender el plan
divino de Yahveh, la cual plasmó en mensajes ocultos en los libros de Torá (los
primeros cinco libros de la biblia cuya autoría es adjudicada a Moisés). La cábala
hace uso de varios métodos matemáticos y lingüísticos para desentrañar los códigos
sagrados de la biblia, siendo una influencia importante para el esoterismo
moderno, en especial para la numerología.
Otro hecho interesante del Medievo
fue la construcción de catedrales que se dio entre el siglo XII y el XV, esto
circunscrito al florecimiento del arte ojival, mal llamado gótico. En este
contexto adquirieron gran importancia las agrupaciones de albañiles libres, las
cuales compartían los secretos de su profesión entre sí y los protegían de los
extraños mundanos. Esto porque estaban influenciados por varias creencias esotéricas,
en especial las de Pitágoras, pensando que había una especie de valor místico y
sagrado en la geometría. Es por esto que el diseño de las iglesias respondía a
ciertas particularidades, ya que ese era el lugar en que los feligreses podían
conectarse con la deidad. Las creencias de los albañiles, masones según la
castellanización de la palabra francesa, fue evolucionando y mezclándose con el
simbolismo usado por las órdenes de caballería medieval, lo cual dio inicio a
las logias masónicas, ya totalmente alejadas de la construcción de edificios,
dedicadas únicamente al estudio de sus doctrinas esotéricas, las cuales sólo
pueden ser develadas a quienes han sido iniciados en el camino.
La Edad Media también fue
escenario de la proliferación de diferentes textos que se supone son tratados
de magia llenos de conjuros y fórmulas mágicas. Estos libros, llamados genéricamente
grimorios, fueron tenidos en alta estima por los principales sabios,
alquimistas y magos medievales, llegando hasta nuestros días un número
considerable de copias que se salvaron del fuego de la Inquisición.
Y ya que hablamos de la Inquisición, hay que
hacer un par de correcciones acerca de varios mitos que se han perpetuado en la
actualidad. Se asocia a la Edad Media con una ola de persecución hacia las brujas
y magos, pero la verdad es que, si bien hubo personajes acusadas de brujería, las
persecuciones fueron más bien marginales, estando más interesados los
inquisidores en luchar contra los herejes, judíos y musulmanes. Las cosas
cambian con el fin de las Cruzadas y la llegada del Renacimiento y la Reforma,
pues católicos y protestantes comenzarán a ver esbirros de Satán en todos
lados, prendiéndose las hogueras y preparándose las horcas.
Así es como termina la Edad Media
para magos y brujas, ad portas de que una tormenta de fanatismo se desate sobre
ellos.
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